sábado, 14 de noviembre de 2009

El método de la ciencia (Parte 1)

En la vigésimo segunda edición de DRAE se define método como “un modo de hacer o decir con orden”: esto nos permite definir el método científico como un modo, una secuencia de procedimientos mediante los cuales la investigación científica busca conocimientos verificables del mundo, el conocimiento científico.
En el paradigma contemporáneo del conocimiento científico se abolió completamente los principios universales idénticos y permanentes, caracterizando a este no por su veracidad, sino por el método usado para el planteamiento del problema y la verificación de las soluciones propuestas. Mario Bunge dice textualmente en el segundo de los 4 ensayos que conforman su libro “La Ciencia: Si Método y Su Filosofía”, con referencia a lo anterior:

“…para que un trozo de saber merezca ser llamado ‘científico’ no basta (ni siquiera es necesario) que sea verdadero. Debemos saber en cambio, como hemos llegado a saber (o a presumir) que le enunciado en mención es verdadero: debemos ser capaces de enumerar las operaciones (empíricas o racionales) por la cuales es verificable (confirmable o desconfirmable) de una manera objetiva al menos en principio”.

Ahora, las soluciones propuestas, en forma de enunciados, necesitan un método de verificación que no dependa únicamente de la contemplación y el análisis, sino que es necesaria una comparación con otros enunciados, los cuales tienen como extensión necesariamente finita los conocimientos del espacio-tiempo histórico en el que se desarrolla la investigación científica. De esta forma, se ve claramente que cualquier hipótesis confirmada por algún tipo de procedimiento empírico y racional, queda corroborada tan solo de forma provisional: esto es el falsacionismo de Popper, piedra angular del paradigma contemporáneo.
Pero, ¿en que debe (o debería) consistir nuestro método científico para que nos permita distinguir entre las afirmaciones verificables?.
Todo problema de investigación científica inicia con el hallazgo y la formulación de problemas. Precisamente, el progreso del conocimiento consiste en el planteamiento, aclaración y resolución de nuevos problemas. La selección de estos, coincide con al elección de la línea de investigación. Mario Bunge, con respecto a la elaboración de problemas, dice en la primera sección del capítulo 4 de su libro “La Investigación Científica”:

“No hay técnicas para elaborar problemas que sean a la vez profundos, fecundos y resolubles con medios prescritos. Pero pueden ser útiles los siguientes consejos: (i) Criticar soluciones conocidas, esto es, buscar puntos débiles en ellas: tienen que tener alguno, aunque no se haya descubierto aún. (ii) Aplicar soluciones conocidas a situaciones nuevas y examinar si siguen valiendo para estas: si valen, será ampliado el dominio de estas soluciones; si no valen, se habrá tal vez descubierto un nuevo sistema de problemas. (iii) Generalizar viejos problemas: probar con nuevas variables y/o dominios para las mismas. (iv) Buscar relaciones con problemas pertenecientes a otros campos…”.

Los problema de investigación exigen estrategias varias dependiendo de la naturaleza del mismo: el orden de los problemas puede tener que alterarse mas de una vez en el trascurso de la investigación, a medida que los resultados presentan nuevos problemas o problemas que no habían sido tomados en cuenta en principio. La libertad de la investigación científica, como dice Bunge, “consiste en la libertad de los investigadores para elegir sistemas problemáticos, planteamientos metódicos y soluciones sin mas objetivo que la consecución de la verdad. Así, el paradigma de la estrategia de la investigación se secuencia en tres pasos principales: descripción, análisis e interpretación”.
Una vez planteado y examinado el problema (o sistema de ellos) viene la búsqueda de una posible solución a este. Esta suposición que se toma como base del razonamiento es la llamada hipótesis, que debe referir se a hechos no sujetos aún a la experiencia y debe ser corregible a la vista de nuevos conocimientos. Propiamente, una hipótesis es una conjetura que trata de explicar algún hecho, tratando de formularse esta bajo ciertos parámetros que ayuden a particularizar el problema en mención de cualquier otra posible solución al mismo. Existen tres requisitos necesarios y suficientes ara considerar que una hipótesis es científica: (i) La hipótesis debe estar bien formulada; (ii) La hipótesis tiene que estar fundada en alguna medida en conocimiento previo, y si no es así, debe ser compatible con el cuerpo del conocimiento científico; (iii) La hipótesis debe ser empíricamente contrastable, es decir, mediante su comparación con datos empíricos a su vez controlados a su vez por técnicas y teorías científicas. Con respecto al tercer requisito, la consistencia lógica incluye ciertos caracteres sintácticos y semánticos que tienen que averiguarse antes de tomar en consideración contrastaciones. Definimos así, la fuerza lógica de forma siguiente: “una fórmula A es mas fuerte lógicamente que otra B si, y solo si, A implica B”. La fuerza lógica, es una fuente de determinación, así como de contenido informativo, ya que de dos formulas desigualmente fuertes lógicamente, la más fuerte puede guardar mayor información. Las hipótesis científicas tienen que ser sintéticas (factualmente significativas, según Bunge) y tener fuerza lógica máxima respecto de las evidencias empíricas relevantes a ellas, además de ser todo lo aproximadamente analíticas que sea posible, respecto del cuerpo disponible, es decir, se pide sinteticidad respecto del cuerpo de información empírica y analiticidad máxima posible respecto el cuerpo principal de conocimiento previo. Así, la fuerza lógica se trasforma en una condición necesaria (aunque no suficiente) para la contrastabilidad. Dicho en las propias palabras de Karl Popper: “Cuanto mas fuerte es una hipótesis, tanto mayor es su contrastabilidad”. Pero la constrastabilidad depende también de los procedimientos empíricos existentes o concebibles, como las técnicas de medición. Una hipótesis además, no solo es sostenida por al confirmación empírica de cierto número de sus consecuencias particulares: las hipótesis científicas tienden a incorporar se a hipótesis ya validadas o están incorporadas en ellas, y estas teorías están relacionadas entre sí, constituyendo la totalidad de la cultura intelectual. Cuanto mas numerosos sean los hechos que una hipótesis confirma, cuanto mayor sea la precisión que esta reconstruye hechos, cuantos mas “territorios científicos” ayude a explorar, mayor será la posibilidad que le asignemos: esto es lo que llamamos soporte empírico. Pero al experiencia disponible no puede ser considerada como inapelable porque nuevas experiencias pueden obligarnos reajustar las hipótesis propuestas y por que la experiencia científica es interpretativa, es decir, se hace en términos de teorías. Cuanto mayor compatibilidad entre la(s) nueva(s) hipótesis y las ya validadas, tanto mayor será la confianza en ella: esto es lo que llamamos soporte racional. Estos soportes de las hipótesis son interdependientes. Además, deben de ser susceptibles a ser comparados y controlados de acuerdo a ciertos patrones precisos y formulables.

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