miércoles, 18 de noviembre de 2009

El método de la ciencia (Parte 2)

Luego del planteamiento de la hipótesis, se debe pasar a la contrastación de esta con el fenómeno en sí. Evidentemente, en principio, debe darse una percepción intencionada del fenómeno de interés en las condiciones normales en la que este se presenta en la naturaleza, debiendo ser esta interpretativa. Según Mario Bunge en el capítulo 12, segunda sección de su libro “La Investigación Científica”, en el proceso de la observación pueden distinguirse ciertos eslabones: el primer estadio es la presentación del objeto, es decir, “su percepción por parte del observador” (*). El segundo estadio es una interpretación a grandes rasgos del objeto percibido. Finalmente, el tercer estadio es el de la descripción. No todos los hechos, sin embargo, son observables de forma directa, es decir, que no pueden inferirse a través de la medición de hechos perceptibles y por medio de conjeturas. En estos casos se busca la contrastación por medio de datos acerca de hechos directamente observables, suponiendo que estos son efecto de los primeros.

Ahora, la recolección cuantitativa de las ideas de la fase de observación son los llamados datos. Estos deben representar informes acerca de hechos objetivos, extirpando completamente experiencias subjetivas. La recolección de estos se debe a que son necesarios para evidenciar la hipótesis, estando a su vez, esta misma recolección guiada y justificada por hipótesis que subyacen a su procedimiento empírico. Una peculiaridad de los datos científicos es que tienen que ser producidos. Los objetos físicos de cierta clase (los cuerpos perceptibles y algunos de sus cambios) se nos da como objetos de conocimiento se dan como la base del trabajo humano y como base de su apariencia, su manipulación y nuestra invención y contrastación de modelos de ellos mismos. Todos los datos recogidos que son relevantes para alguna idea, son los considerados evidencias de la hipótesis (representada en este caso por la idea), asi pues, antes de llevar a cabo una observación con la finalidad de producir una evidencia para la hipótesis planteada, hay que delimitar que clase de datos son relevantes para ello.

Todo lo que puede observarse directa o indirectamente pasar por un procedimiento de cuantificación numérica, es decir, se deben asociar a las variables cualitativas, variables cuantitativas. Toda clase de observación cuantitativa es lo que se conoce como medición. Hay que resaltar que hay que disponer del concepto antes de atribuirle un número con ayuda de una operación empírica, además de analizar lógicamente este concepto. De esta forma, vemos que la cuantificación antecede a la medición, porque medir es atribuir valores concretos a variables numéricas de un concepto cuantitativo sobre la base de la observación. Como dice Mario Bunge en la página 787 de la segunda edición de su libro “La Investigación Científica”, editada por colecciones Ariel: “Cuantificar una propiedad de un sistema concreto es proyectar el conjunto de grados de la propiedad sobre un conjunto de números, de tal modo que la ordenación y espaciación de los números refleje el orden y la espaciación se los grados. Y medir es determinar efectivamente algunos de esos valores numéricos”. Las técnicas de medición dependen de la naturaleza del objeto de estudio, del conocimiento disponible, de los requisitos de precisión del experimento y de la habilidad del operador (esto si es importante). Además, estas técnicas dependen de cómo el operador se puede relacionar con el objeto de estudio para la realización de las mediciones. Una condición necesaria del instrumento a utilizar para la medición, interaccione de forma despreciable con el objeto, además de ser calculable.

Una vez proyectado, construido y contrastado un equipo de medición se procede a la medición en sí, la cual dará un conjunto de mediciones, los cuales deben pasar por un proceso de refinamiento adecuado para la interpretación y el cálculo, por que solo ella puede proporcionar el aparato teórico para contrastar la hipótesis o derivar de ella otros datos. Una vez sistematizados los datos, se busca en ellos errores experimentales, que podrían deberse a deficiencias en el planteamiento o en la ejecución misma de la medición.

También se puede provocar deliberadamente algún cambio en el objeto para la observación y toma de datos, controlando los parámetros necesarios del fenómeno, para sintetizar el trabajo: esto es lo que se conoce como un experimento.

El objetivo de todos estos procedimientos, controlando el fenómeno bajo ciertos parámetros en el caso del experimento, no es otro más que la convalidación experimental de la propuesta teórica (hipótesis) como posible solución del problema planteado. Así, se propone una hipótesis matemáticamente fundamentada y con estructura lógica interna y luego se corrobora la misma, mediante el desarrollo de un experimento (o la observación directa en un ambiente controlado) que sean analizables, comparables, criticables y perfeccionables. De esta forma, el experimento representa un medio (no un fin) en la búsqueda de la respuesta al problema inicialmente planteado: “El método experimental es el modo como las hipótesis factuales se contrastan empíricamente, a saber, mediante el control riguroso de las variables relevantes y de las inferencias obtenidas de los resultados de la operación” (**).

Finalmente, la contrastación y corroboración de una determinada hipótesis la lleva a ampliarse o sintetizarse en teorías: sistematizando el conocimiento estableciendo relaciones lógicas entre entidades antes inconexas, explicando generalizaciones empíricas derivándolas de las hipótesis corroboradas, incrementando el conocimiento derivando nuevas proposiciones y reforzando la contrastabilidad de nuevas hipótesis.

Así, finalmente se cimienta el nuevo cuerpo de conocimientos que darán paso tanto a aplicaciones tecnológicas como al planteamiento de nuevos problemas que a su vez suscitarán nuevas hipótesis que proporcionan a la ciencia este carácter tan particular que la hace la mas grande creación humana: su capacidad de autocorregirse y desarrollarse, siempre, por supuesto, con la necesaria extensión finita de los conocimientos de su época.


(*)Mario Bunge, “La Investigación Científica”, Capítulo 12, sección 2, Colecciones Ariel, segunda edición.
(**)Mario Bunge,
“La Investigación Científica”, Capítulo 14, sección 6, Colecciones Ariel, segunda edición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buscar